El gran problema de la leche

La leche y sus derivados contienen ácido araquidónico, precursor de prostaglandinas PGE2, mediadoras de los procesos inflamatorios y alérgicos. Por otro lado contiene gran cantidad de colesterol. La comparación que hace la bioquímica Olga Cuevas es clara: <<Una sola taza de leche entera tiene 34 mg de colesterol; una loncha de bacon, sólo 3 mg>>.

Cada vez que tomamos un vaso de leche estamos ingiriendo hormonas pituitarias, esteroideas, pancreáticas, tiroideas, adrenales, sexuales…… Se han relacionado con esta ingesta muchas alteraciones ginecológicas, endocrinas y algunos tipos de cáncer. Una de las hormonas que más perjudica al ser humano es la hormona de crecimiento presente en la leche (IGF-I).

La lactosa es un disacárido que es hidrolizado por la lactasa, enzima que va desapareciendo desde que llega la adolescencia. En la edad adulta es muy frecuente la insuficiencia de lactasa y como consecuencia, la lactosa no hidrolizada se acumula en el intestino grueso, provocando malas fermentaciones y putrefacciones, aumentando además las reacciones alérgicas provocadas por las caseínas.

Cuando se pasteuriza la leche no solo destruye microorganismos indeseados sino también ciertas vitaminas y enzimas necesarias para la digestión de la proteína láctea.

Del total del calcio de la leche sólo se asimila entre un 3 y un 4%. Cuatro almendras proporcionan más calcio que un vaso de leche. Estudios epidemiológicos realizados en China y en Los Ángeles indican que la leche animal no sólo no calcifica, sino que desmineraliza. Ello se debe a que la acidez transitoria provocada por la ingestión de proteínas lácteas induce al organismo a recurrir a sales básicas del hueso para regular su pH.

En la leche podemos encontrar pesticidas, antibióticos, productos químicos, hormonas, glóbulos blancos (vulgarmente llamados <<pus>>) procedentes de las mastitis, e incluso, en algunos casos, virus y bacterias de enfermedades típicas del ganado. A los animales enfermos con mastitis se les inyectan dosis de 20.000 a 50.000 unidades de penicilina. La leche del primer ordeño de estos animales contiene de 1.000 a 10.000 unidades de penicilina por litro. Además, la leche que contiene penicilina es objeto de desarrollo excesivo de bacilos.

 

En un amplio estudio realizado en la Universidad de Bergen (Noruega) durante 11 años se observó que quienes consumen dos o más vasos de leche al día, presentan un riesgo 4,3 veces mayor de padecer linfomas, que los que no la toman nunca.                      

(Ferrer, J. Kenyon, S. <<Milk of dairy cows frequently contains a leukemogenic virus>>)


En un estudio realizado en el Instituto Roswell Park de Buffalo (Nueva York) se comprobó que las mujeres que beben más de un vaso de leche al día tienen un riesgo superior a tres veces de padecer cáncer de ovario, que las que no la toman nunca.                    

(Mettlin, C, Piver, M <<A case-control study of milk-drinking and ovarían cáncer risk>>)

 

Los efectos negativos de la leche en la salud

Para comenzar con el equilibrio metabólico del cuerpo el primer paso es eliminar el consumo de leche de vaca, reducir el consumo de lácteos y alternar en nuestra dieta las diferentes bebidas vegetales (¡¡ojo a la soja!!) y sustitutos lácteos según nuestras necesidades. Uno de los motivos que desaconsejan la leche es a menudo la intolerancia que produce la lactosa a partir de cierta edad. Según estudios realizados por la Escuela de medicina de Johns Hopkins, la lactasa, enzima que degrada (digiere) la leche, pierde su actividad en el intestino delgado entre la edad de un año y medio y cuatro años pudiendo ser esta intolerancia la causa de alergias, problemas cutáneos, digestivos, inmunitarios, etc.

Pero además, los lácticos son una mala fuente de calcio para el organismo humano.

El doctor William Ellis, afirma que tras realizar más de 25.000 análisis de sangre, encontró que los niveles más bajos de calcio correspondían a personas con la costumbre de tomar tres, cuatro o cinco vasos de leche al día.

Un extenso estudio epidemiológico realizado a la China Popular y Taiwán sobre varios centenares de factores alimentarios, psicológicos y sociales, demuestran, entre otros cosas, el papel desmineralizante de la leche animal en el adulto humano. Cuando los chinos (no consumidores de lácteos) introducen la leche en sus dietas, se produce un aumento de la osteoporosis. Este hecho parece paradójico, dado que los chinos que beben leche consumen cuatro veces más calcio que los chinos que no la ingieren.  

Estos resultados no nos tendrían que sorprender, puesto que es bien conocido que la osteoporosis es una disfunción de los países occidentalizados, que son precisamente grandes consumidores de productos lácteos (que “supuestamente” previenen la degeneración ósea por la aportación de calcio, dicen los “entendidos”).

Según el equipo de Hsiu y Funk (Universidades de Taipeh y Los Ángeles), la osteoporosis aumenta de forma espectacular en aquellas personas que sin haber tomado nunca leche animal, empiezan a tomarla. Esta pérdida de calcio es debida a la acidez transitoria producida por el exceso de proteínas que provienen de los lácteos.

La incidencia de enfermedades asmáticas en grandes bebedores de leche y consumidores de lácteos es más elevada. Estas experiencias han demostrado que al suprimir completamente los lácteos, han disminuido rápidamente el consumo de cortisonas y en la mayoría de casos se ha conseguido dejar de tomar dado que los ataques asmáticos han ido desapareciendo.  

Además, el calcio es generalmente mejor asimilado y utilizado por el cuerpo cuando es ingerido en una relación aproximada 2:1 respeto al fósforo, y los lácteos tienen contenidos relativamente altos de fósforo en relación al calcio. Por otro lado, hay que tener en cuenta que un exceso de calcio se puede acumular a los riñones produciendo cálculos o en el sistema cardiovascular produciendo ateromas (acumulaciones minerales que obstruyen las arterias).

Si realmente nos preocupa tener una aportación óptima de calcio en nuestra dieta, lo que tendríamos que hacer es prestar más atención a los productos que alteren el metabolismo del calcio en lugar de tomar más lácteos.

 

 

 

Falsas creencias sobre la leche

En realidad, podemos alimentarnos perfectamente, sin tener carencias de ningún tipo, prescindiendo de los lácteos.

Pero menudo nos encontramos, con “la necesidad” de sustituir los lácteos por otros alimentos. Esta supuesta necesidad responde principalmente a tres razones:

  • La creencia que tiene un alto valor nutritivo,
  • La preocupación por el calcio,
  • y el aferramiento psicológico del amamantamiento de la madre

Efectivamente la leche animal aporta muchos nutrientes (más bien en exceso), pero estos no son adecuados para la alimentación humana, claro está que no son iguales las necesidades de un bebe humano y las de un ternero, por ejemplo. Ahora bien, la mejor leche que puede recibir un niño humano es la de la madre (mientras es lactante).

Respecto al calcio, nos tendríamos que preocupar más de las pérdidas que del suministro e incluir en la dieta una buena cantidad de verduras (coliflor, brócoli), cereales (avena, cebada), semillas (sésamo), frutos secos (almendras, avellanas), etc.

 

 

Más datos sobre la leche

El consumo de leche de vaca en España es, aproximadamente, de 115 litros al año por persona, lo que convierte este alimento en uno de los más consumidos en nuestra sociedad actual.  Expertos en nutrición y dietistas “invaden” diariamente los medios de comunicación promoviendo el consumo de leche y derivados lácteos (queso, yogurt…), hasta el punto que lo han convertido en un alimento sobrevalorado. Efectivamente, la leche de vaca (y otras leches animales) es una rica fuente de calcio, importante para nuestros huesos y dientes, contiene proteínas de alto valor biológico y otros nutrientes (vitaminas, ácidos grasos…) que pueden ser beneficiosos para la salud.

Dicho esto, es igual de cierto que una parte importante de la comunidad científica cree que el consumo de leche no sólo no es necesario, sino que además, puede tener efectos negativos en nuestra salud. Por poner un ejemplo, un artículo publicado en Journal Epidemiology en el año 2007, relacionó el consumo de leche y mantequilla con bastantes tipos de cáncer.

¿A quién debemos hacer caso?  ¿Por qué resulta tan confuso? Para hacernos una idea de la complejidad del tema, entre el año 1988 y 1993 se publicaron más de 2.500 artículos relacionados con la leche, según se explica en el libro de David Román, “Leche que no has de beber”. En el mismo libro, el doctor estadounidense Robert M. Kradjian hace una afirmación realmente interesante: “Existen tres fuentes de información fiable. La primera, y probablemente la mejor, es el estudio de la naturaleza. La segunda es estudiar la historia de nuestra especie. Finalmente, se hace necesario revisar los artículos científicos”.

El posible impacto negativo del consumo de productos lácteos es para muchos un misterio. Aquí, expondremos algunos de los puntos actuales que nos ayudarán a ser más críticos con el alimento más sobrevalorado del planeta.

  • La leche aumenta los niveles en sangre de IGF-1, un factor de crecimiento que se asocia con el crecimiento de células cancerosas. A modo de ejemplo, el tamoxifeno un medicamento que se utiliza para el tratamiento del cáncer de mama, es un inhibidor de IGF-1
  • La proteína de la leche, la caseína se descompone en sustancias derivadas de la morfina (las casomorfinas) en el mismo tubo digestivo. Por esta razón tiene efectos sedantes y efectos negativos en la estabilidad emocional. Numerosos estudios avalan la posibilidad de que exista una conexión entre el consumo de leche y el autismo en niños.
  • Por su rico contenido en proteínas animales, en fósforo… favorece la acidez metabólica. Numerosas publicaciones demuestran que los lácteos disminuyen el pH de la sangre (acidez), provocando la salida del calcio de los huesos hacia la sangre como mecanismo tampón. Esto se relaciona con la aparición de piedras y cálculos renales.
  • La absorción del calcio de la leche, presente mayoritariamente en forma de fosfato cálcico unido a proteínas (caseínas), requiere de la enzima proteolítica llamada quimosina. Las caseínas de la leche de vaca son 300 veces mayores a las presentes en la leche materna. Además el gen de quimosina sólo se expresa en el hombre durante la lactancia materna. Por tanto, la disponibilidad de calcio se encuentra francamente mermada. Algunas publicaciones hablan de una absorción máxima del calcio de la leche del 13% y de un mínimo del 0%. No se puede afirmar que el consumo de leche prevenga la aparición de osteoporosis, ya que existen muchos estudios al respeto que no consiguen demostrar esta prevención. Por poner un ejemplo, un equipo australiano siguió durante 18 años a 72.337 mujeres postmenopáusicas durante 18 y concluyó que no existe ninguna relación entre el consumo de leche y la prevención de las fracturas de cadera. Incluso, un estudio de 1994, publicado en American Journal Epidemiology relacionó el consumo de lácteos en la edad juvenil con la aparición de fracturas de cadera en la vejez. 
  • Por su posible influencia negativa en el sistema digestivo, afecta al sistema inmunitario (Common Mucosal Immune System), apareciendo infecciones en otras mucosas como otitis de repetición o amigdalitis en niños. En adultos, un gran número de personas experimenta mejoras en el funcionamiento digestivo y tránsito intestinal al reducir o eliminar el consumo de lácteos. 

 

Desde nuestro punto de vista, la toma de lácteos no es necesaria, y mucho menos imprescindible, y la evidencia clínica del día a día, nos hace pensar que la retirada de la dieta de los productos lácteos beneficia a un gran número de personas que sufren problemas relacionados con la digestión, el tránsito intestinal o el sistema inmunitario (colitis ulcerosa, bronquitis, espondilitis anquilosante, eccemas…)

 

 


Efectos adversos de la leche de vaca. Memorándum

“La leche ha gozado del incuestionable estatus de saludable durante décadas, pero ahora está en riesgo porque estudios recientes señalan algunas desventajas nutricionales serias. Los seres humanos no tienen absolutamente ninguna necesidad nutricional de la leche de vaca”. -Michael Klaper, MD


De acuerdo a Frank A. Oski, MD, Director de Pediatría en la Universidad John Hopkins. puede haber una relación entre la leche y la diabetes dependiente a la insulina. Además, los bebés pueden sufrir pérdida de sangre en su tracto intestinal, agotando su cuerpo de hierro. La leche es deficiente en hierro.

La leche, es una causa común de alergias y problemas digestivos, particularmente entre personas de ascendencia Africana o Asiática, que carecen de la enzima requerida para digerir el azúcar de la leche, la lactosa.

 

OTROS PROBLEMAS RELACIONADOS CON LA LECHE

 Los productos lácteos son deficientes en fibra y están sobrecargados de grasa y colesterol. La leche es una fuente concentrada de proteína. Irónicamente, el excesivo consumo de alimentos altos en proteínas tales como los productos lácteos puede contribuir a la osteoporosis.


TENDENCIAS

Canadá tiene uno de los índices más altos de consumo de leche en el mundo, pero tal vez no por mucho tiempo. El consumo de leche ha caído de 109 litros por persona al año en 1980 a 103.75 litros. Hace treinta años el consumo de mantequilla era de ocho kilogramos al año; ahora a bajado a menos de tres kilogramos. Esto va paralelo a la caída en la incidencia de enfermedades coronarias en los pasados 25 años.


A QUIEN INTERESA LA LECHE

Sólamente un dato: la industria lechera tuvo ventas de 7.2 billones de dólares en 1990. Por Stephen Leckie (revisado por Mark Fromberg, MD).

 

LA LECHE EN LOS NIÑOS

El experto en cuidado de niños, el Dr Benjamin Spock, se ha unido a varios doctores en cuestionar el valor nutricional y alertar sobre una posible relación entre la diabetes juvenil y alergias. La leche materna es el mejor alimento de leche para los bebés”, dijo el Dr. Spock.

El Dr. Spock fue apoyado por el Dr. Frank Iski, director de pediatría de la Universidad John Hopkins y el Dr. Neal Barnard, presidente del Comité de Médicos por una Medicina Responsable que cuenta con 2000 miembros. En una conferencia de prensa el 28 de septiembre de 1992, el Dr. Oski declaró que el valor que se le da a la leche de vaca como una fuente de calcio es exagerado, generalmente está contaminada con rastros de antibióticos que causan alergias, problemas digestivos y ha sido relacionada con la diabetes juvenil.

Los problemas de salud asociados con la leche de vaca tal vez no son tan sorprendentes, si uno considera que los seres humanos son la única especie que toma la leche materna de otra especie, y la única especie que toma leche después de la infancia. La leche de vaca entera está adaptada para cubrir las necesidades nutricionales de los terneros, que deben doblar su peso en 47 días y aumentar a 300 libras en un año. La leche de vaca contiene el triple de proteínas que la leche humana, y casi el 50% más de grasa.

 

LACTOSA Y ALERGIAS

Después de los cuatro años de edad, la mayoría de la gente del mundo desarrolla una intolerancia hacia la lactosa, la incapacidad de digerir el azúcar de la leche, lactosa. Si consumen productos lácteos después de los cuatro años puede causarles diarrea, gases y cólicos.

Hasta el 40% de los Canadienses son intolerantes a la lactosa, mientras que otros, del 15% a 20% pueden tener alergias a las proteínas de la leche. De acuerdo con el Dr. Milos Krajny, secretario de la Sociedad de Alergias de Ontario.

Virtualmente, todos los principales estudios sobre las alergias implican a la leche y los productos lácteos como el líder alimenticio alergénico. El Dr. Krajny, simplemente recomienda a sus pacientes evitar la leche durante un periodo de prueba. Las típicas quejas de sus pacientes son: migrañas, escurrimiento post nasal, infecciones del oído, problemas gastrointestinales y asma. “Les pido a las personas que dejen de tomar leche y el 70% de ellos (se sienten) fantásticamente después de dejarlo”.

 

CARNE LIQUIDA

La leche de vaca y otros productos lácteos son altos en grasa y colesterol. La industria lechera muy inteligentemente da el contenido de grasa como un porcentaje del peso. Usando este sistema, el 2% de la leche, que es 87% de agua por peso, suena como un producto bajo en grasas. Expresado como un porcentaje total de calorías, el 2% de leche es de hecho el 31% de grasa. La leche entera es el 49% de grasa. El yogurt es el 49% de grasa, el queso es un 60-70% de grasa y la mantequilla es 100% grasa.

John A. McDougall, MD, llama a los alimentos lácteos “carne líquida” porque su contenido nutricional es muy similar a la carne. El consumir alimentos altos en grasa contribuye al desarrollo de enfermedades del corazón, muchos cánceres y paros cardíacos — los tres asesinos más mortales de los occidentales.

 

CALCIO Y OSTEOPOROSIS

La osteoporosis es la pérdida de hueso debida a la reabsorción del calcio, que, al contrario de lo que la industria lechera aconseja, no es detenido o prevenido al incrementar el consumo de calcio, sino al bajar el consumo de proteínas. Los alimentos altos en proteína, como los productos lácteos, roban el calcio del cuerpo causando un exceso de pérdida de calcio a través de los riñones, haciendo trabajar más los riñones y causando la pérdida de minerales como el calcio.

Sociedades con poco o ningún consumo de lácteos ni  exceso de proteínas animales demuestran una baja incidencia de osteoporosis.

Los vegetarianos y veganos en occidente también tienen un menor promedio de incidencia de osteoporosis.

Necesitamos calcio en nuestra dieta, pero se puede obtener suficiente calcio fácilmente de muchas fuentes no lácteas. El agua mineral generalmente contiene suficiente calcio. Todos los vegetales verdes contienen calcio, así como todos los frutos secos y legumbres. Las semillas de sésamo contienen más calcio que cualquier otro alimento en la tierra. La mayoría de la fruta también contiene calcio.

 

DIABETES Y BEBÉS

Un estudio reciente de los patrones del consumo de leche concluyó que el tomar leche de vaca durante la infancia puede provocar la diabetes juvenil.

El estudio sugiere que el consumo de leche provoca la destrucción de las células que producen la insulina del páncreas por el sistema inmune del cuerpo. El estudio se llevó a cabo junto con investigadores en Toronto y Finlandia.

La relación entre la diabetes y la leche de vaca se sospechó porque las poblaciones con altos índices de consumo de leche (como los finlandeses) también tienen los más altos índices de esta enfermedad. También las historias clínicas de gemelos idénticos han demostrado que si uno de los gemelos obtiene diabetes tipo 1, sólo hay un 50% de probabilidad de que el otro gemelo también lo tenga. Ya que los gemelos idénticos tienen la misma carga genética, esto sugiere que la diabetes no puede deberse sólo a la genética.

 

PROBLEMAS EN LA VISTA

También hay una creciente evidencia sobre la relación entre el consumo de leche y las cataratas. De acuerdo a estudios científicos, las poblaciones humanas que consumen grandes cantidades de productos lácteos tienen una mayor incidencia de cataratas que aquellos que evitan los productos lácteos.

Es la galactosa en la leche lo que se sospecha cause los problemas. Se ha asociado los altos niveles de galactosa en el flujo sanguíneo con la formación de cataratas.

La galactosa también se ha implicado en el cáncer de ovarios. Las mujeres con esta enfermedad demuestran un mayor consumo de productos lácteos, particularmente yogurt, comparado con mujeres sin cáncer de ovarios.

La mayoría de los canadienses han crecido creyendo que los alimentos lácteos son saludables. Esto se debe principalmente a la sabiduría convencional, ya pasada de moda, pero también es el resultado de una campaña de publicidad muy exitosa por parte de la industria lechera. En contra de los hechos científicos y la lógica común, nos han convencido de que el alimento de los terneros es esencial para una buena alimentación humana.

 

ALTERNATIVAS A LOS LÁCTEOS

Hay muchos productos veganos deliciosos disponibles hoy en día que son similares en textura y apariencia a los productos lácteos. Busca en las tiendas naturales y biológicas una variedad de leches , de avena, alpiste, de arroz, de almendras, y helados sin lácteos. También se puede encontrar queso de soja pero la mayoría de las variedades contienen la proteína de la leche, caseína. En lugar de ponerle mantequilla al pan usa una cucharada de aceite de lino, semillas de linaza o aceite de oliva. Los chocolates amargos, el sorbete y muchos panes de centeno y cereales por lo general no contienen lácteos, pero consulta las etiquetas primero.

 

LAS MUJERES BANTÚ

“Las mujeres Bantú de Africa son un excelente ejemplo de buena salud. Su dieta está libre de leche y sin embargo cuentan con 250-400mg. de calcio de fuentes vegetales, que es la mitad del consumo entre las mujeres occidentales. Las mujeres bantú comúnmente tienen 10 bebés durante su vida y amamantan a cada uno de ellos durante unos diez meses. Pero aún con este enorme drenaje de calcio y relativamente bajo consumo de calcio, la osteoporosis es relativamente desconocida entre estas mujeres”. –

John Mc Dougall, MD

 

      Referencias:

  • “Geographic variations of senile osteoporosis,” Journal of Bone and Joint Surgery, 1970: 52B: 667
  • American Journal of Clinical Nutrition, 1983: 37: 453-6
  • “A bovine albumen peptid as a possible trigger of insulin dependent diabetes mellitus,” New England Journal Medicine, July 30 1992, 327:302-7 30/92
  • “A geographic approach to senile cataracts: possible links with milk consumption, lactase activity and galactose metabolism,” Digestive Diseases and Sciences 1982: 27(3): 257-264
  • “Galactose consumption and metabolism in relation to the risk of ovarian cancer,” Lancet 1989: 2: 66-71
  • “Does milk do a body good?”, Toronto Star, Oct. 1/92
  • “Dr. Spock sours on cow milk for babies”, Toronto Star, Sept. 30/92
  • John A. McDougall, M.D., y Mary A. McDougall, The McDougall Plan, pp. 49-51
  • “Bossy gets her walking papers”, The Globe & Mail, Oct. 31/92
  • “Effect of protein intake on calcium balance of young men given 500 mg calcium daily,” Journal of Nutrition, 1974:104: 695 “Protein-induced hypercalciuria: A long-term study,” American Journal of Clinical Nutrition, 1979: 32: 741 Also see McDougall, p. 100.